viernes, 17 de mayo de 2013

En Manuscrito encontrado en Acrra - Sobre La Derrota

 
He leido este libro en un día, ya Paulo Colhelo me habia rayado en su estilo la verdad.  Pero el Manuscrito encontrado en Acrra me capto la atención y me gusto mucho.
Compartire con Uds. poco a poco algunas de las partes en las que se divide el libro.  Hoy les comparto lo que ma me gusto a cerca de lo que el viejo Copto habla sobre la derrota.


Los derrotados son aquellos que no fracasan.


La derrota nos hace perder una batalla o una guerra. El fracaso no nos deja luchar.

La derrota llega cuando no conseguimos algo que deseamos mucho. El fracaso no nos permite soñar. Su lema es: «No anheles nada y nunca sufrirás.»

La derrota termina cuando volvemos de nuevo al combate. El fracaso no tiene un final: es una elección vital.


La derrota es para aquellos que, a pesar del miedo, viven con entusiasmo y fe.


La derrota es para los valientes. Sólo ellos pueden tener el honor de perder y la alegría de ganar.


No estoy aquí para decir que la derrota forma parte de la vida; eso todos lo sabemos. Sólo los derrotados conocen el Amor. Porque es en el reino del Amor donde libramos nuestros primeros combates. Y generalmente perdemos.

Estoy aquí para deciros que hay personas a las que nadie ha derrotado.

Son aquellas que nunca han luchado.


Consiguieron evitar las cicatrices, las humillaciones, el desamparo y los momentos en los que los guerreros dudan de la existencia de Dios.


Esas personas pueden decir con orgullo: «Nunca he perdido una batalla.» Sin embargo, nunca podrán decir: «He ganado una batalla.»


Pero eso no les interesa. Viven en un universo en el que creen que nadie logrará alcanzarlas, cierran los ojos a las injusticias y al sufrimiento, se sienten seguras porque no necesitan afrontar los desafíos diarios de los que se arriesgan a ir más allá de sus propios límites.


Los que nunca han sido derrotados parecen alegres y superiores, dueños de una verdad por la que no han movido ni un dedo. Están siempre al lado del más fuerte. Son como hienas, que sólo comen los restos que el león desprecia.


En el silencio de la noche, afrontan sus batallas imaginarias: los sueños no realizados, las injusticias que fingieron no sufrir, los momentos de cobardía que consiguieron disfrazar ante todos —menos ante sí mismos—, y el amor que con un brillo en los ojos se cruzó en su camino, un amor que les estaba destinado por la mano de Dios y que, sin embargo, no tuvieron el coraje de abordar.

Y prometen: «Mañana será diferente.»


Pero el mañana llega y también la pregunta que los paraliza: «¿Y si todo sale mal?»

Entonces no hacen nada.


¡Ay de los que nunca han sido vencidos! Tampoco serán vencedores en esta vida.


Les deseo un feliz viernes.

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